Josué incendió Hai y la convirtió en un montículo de ruinas perpetuas, una desolación hasta el día de hoy.
Luego Josué incendió la ciudad, reduciéndola a escombros, como permanece hasta el día de hoy.
Luego Josué ordenó que se prendiera fuego a la ciudad de Ai, hasta dejarla en ruinas, como todavía puede verse.
Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en una ruina, en desolación hasta el día de hoy.
Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para siempre hasta hoy.
Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón perpetuo, asolado hasta hoy.