El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido.
Esta es la ofrenda que Aarón y sus hijos ofrecerán a Yahveh el día de su unción: una décima de medida de flor de harina, como oblación perpetua, la mitad por la mañana, y la mitad por la tarde.
El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.
El fuego ha de arder continuamente en el altar; no se apagará.