Después llegaron también las otras. '¡Señor! ¡Señor! --suplicaban--. ¡Ábrenos la puerta!'
Cuando las cinco descuidadas volvieron, encontraron todo cerrado y gritaron: “¡Señor, Señor, ábranos la puerta!”
Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!