Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura diciendo: —¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo, vosotros habéis oído la blasfemia.
--¡Ha blasfemado! --exclamó el sumo sacerdote, rasgándose la ropa--. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia!
Al escuchar esto, el jefe de los sacerdotes desgarró la ropa para mostrar su enojo, y dijo: —¿Qué les parece? ¡Ha insultado a Dios, y ustedes mismos lo han oído! ¡Ya no necesitamos más pruebas! —¡Que muera! —contestaron todos.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia.