Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
Jesús lanzó otro fuerte grito, y murió.
Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.