Entonces se le acercó un escriba y le dijo: —Maestro, te seguiré a dondequiera que tú vayas.
Se le acercó un maestro de la ley y le dijo: --Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.
Cuando llegaron allá, un maestro de la Ley se le acercó y le dijo: —Maestro, yo te acompañaré a dondequiera que vayas.
Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
Y cierto escriba vino y le dijo: Maestro, te seguiré a dondequiera que fueres.