¡Desolación, devastación y destrucción! Los corazones desfallecen, las rodillas tiemblan, los lomos se estremecen; las caras de todos palidecen.
¡Destrucción, desolación, devastación! Desfallecen los *corazones, tiemblan las rodillas, se estremecen los cuerpos, palidecen los rostros.
Asiria, tu capital ha quedado destruida, arruinada y con poca gente; los que quedaron tiemblan de miedo, las fuerzas los abandonan, y el terror los deja pálidos.
El día veinticuatro del noveno mes, el año segundo de Darío, fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Ageo en estos términos:
Vacía, agotada y desolada está, y el corazón desfallecido; temblor de rodillas, dolor en las entrañas, rostros demudados.
Vacía, y agotada, y despedazada está, y el corazón derretido; temblor de rodillas, y dolor en todos los lomos, y los rostros de todos tomarán negrura.