Porque todos ellos nos intimidaban pensando: 'Se debilitarán sus manos en la obra, y no será llevada a cabo.' ¡Pero, oh Dios, fortalece mis manos!
En realidad, lo que pretendían era asustarnos. Pensaban desanimarnos, para que no termináramos la obra. 'Y ahora, Señor, ¡fortalece mis manos!'
Y es que ellos querían asustarnos, pensando que así dejaríamos de trabajar, pero yo le pedí a Dios que me ayudara a seguir trabajando con más fuerza aún.
Porque lo que querían era meternos miedo, pensando: «Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el contrario, yo me reafirmé más.
Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos.
Porque todos ellos nos intimidaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será hecha. Ahora, pues, oh Dios, fortalece mis manos.