Cuando la nube se levantaba de encima del tabernáculo, los hijos de Israel se ponían en marcha. Y en el lugar donde la nube se detenía, allí acampaban los hijos de Israel.
Cada vez que la nube se levantaba de la Tienda, los israelitas se ponían en marcha; y donde la nube se detenía, allí acampaban.
Dios les indicaba a los israelitas cuándo debían ponerse en marcha y cuándo debían acampar. Lo hacía de la siguiente manera: cuando la nube se elevaba y empezaba a moverse, los israelitas se levantaban y la seguían; cuando se detenía, también se detenían los israelitas. Plantaban su campamento y se quedaban allí todo el tiempo que la nube permanecía sobre el santuario. A veces la nube se detenía sólo una noche; a veces unos días, a veces un mes, y en ocasiones hasta un año. Cuando la nube se detenía mucho tiempo, los israelitas obedecían y no se movían de allí. No importaba si era de día o de noche, cuando la nube se movía, los israelitas la seguían; cuando se detenía, el pueblo también se detenía y se ocupaba del culto a Dios. Así era como Dios les daba órdenes a los israelitas por medio de Moisés, y ellos lo obedecían.
Cuando se levantaba la Nube de encima de la Tienda, los israelitas levantaban el campamento, y en el lugar en que se paraba la Nube, acampaban los israelitas.
Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel.
Y según que se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí alojaban los hijos de Israel.