¿O qué rey, que sale a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil?
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De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, le envía una embajada y pide condiciones de paz.
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Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.