Los labios del justo saben hablar lo que agrada, pero la boca de los impíos habla perversidades.
Los labios del justo destilan[1] bondad; de la boca del malvado brota perversidad.
Los buenos saben decir cosas bonitas; los malvados sólo dicen cosas feas.
Los labios del justo saben de benevolencia; la boca de los malos, de perversidad.
/nLos labios del justo saben hablar lo que agrada; /nMas la boca de los impíos habla perversidades.
Los labios del justo saben lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades.