El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar.[1]
El que pronto se enoja pronto hace tonterías, pero el que piensa en lo que hace muestra gran paciencia.
El de genio pronto, hace necedades, el hombre artero es odiado.
/nEl que fácilmente se enoja hará locuras; /nY el hombre perverso será aborrecido.
El que presto se enoja, hará locura; y el hombre malicioso será aborrecido.