La sentencia[3] está en labios del rey; en el veredicto que emite no hay error.
No hay rey que cometa errores, si deja que Dios lo aconseje.
Oráculo en los labios del rey: en el juicio no comete falta su boca.
/nOráculo hay en los labios del rey; /nEn juicio no prevaricará su boca.
Oráculo hay en los labios del rey: Su boca no yerra en juicio.