Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras.
Querido jovencito, escúchame: ¡no desprecies mis consejos!
Así pues, hijo mío, escúchame, no te apartes de los dichos de mi boca:
/nAhora pues, hijos, oídme, /nY no os apartéis de las razones de mi boca.
Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca.