Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí.
Nuestra vida y nuestra muerte ya no son nuestras, sino que son de Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
Porque ninguno de nosotros vive para sí; y ninguno muere para sí.