No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus malos deseos.
Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni obedezcan a sus malos deseos.
Así que no dejen que el pecado los gobierne, ni que los obligue a obedecer los malos deseos de su cuerpo.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias;