Por lo tanto, no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios quien tiene misericordia.
Por lo tanto, la elección no depende del deseo ni del esfuerzo humano sino de la misericordia de Dios.
Así que la elección de Dios no depende de que alguien quiera ser elegido, o se esfuerce por serlo. Más bien, depende de que Dios le tenga compasión.
Por tanto, no se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia.
Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.