¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
Dios mío, ¡qué difícil me resulta entender tus pensamientos! ¡Pero más difícil todavía me sería tratar de contarlos! ¡Serían más que la arena del mar! ¡Y aun si pudiera contarlos, me dormiría, y al despertar, todavía estarías conmigo!
Mas para mí ¡qué arduos son tus pensamientos, oh, Dios, qué incontable su suma!
/n¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! /n¡Cuán grande es la suma de ellos!
¡Qué preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!