A tu reprensión, oh Jehovah, por el soplo del aliento de tu nariz, se hicieron visibles los lechos de las aguas, y se descubrieron los cimientos del mundo.
A causa de tu reprensión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,[2] las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!
Dios mío, tú reprendiste al mar, y por causa de tu enojo el fondo del mar quedó a la vista. En tu enojo resoplaste, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
(16) El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices.
/nEntonces aparecieron los abismos de las aguas, /nY quedaron al descubierto los cimientos del mundo, /nA tu reprensión, oh Jehová, /nPor el soplo del aliento de tu nariz.
Entonces aparecieron los senderos de las aguas, Y se descubrieron los cimientos del mundo, A tu reprensión, oh Jehová, Por el soplo del viento de tu nariz.