Entonces Jehovah me dijo: 'Echalo al tesoro. ¡Magnífico precio con que me han apreciado!' Yo tomé las treinta piezas de plata y las eché en el tesoro, en la casa de Jehovah.
[2] ¡Valiente precio el que me pusieron! Entonces el Señor me dijo: 'Entrégaselas al fundidor.' Así que tomé las treinta monedas de plata y se las di al fundidor del templo del Señor.
Dios me dijo: «¡Treinta monedas de plata es muy poco por todo lo que yo he hecho a favor de mi pueblo! ¡Toma las monedas, y tíralas en el cofre de las ofrendas!» Tomé entonces las monedas, y cumplí con lo que Dios me ordenó hacer.
Yahveh me dijo: «¡Echalo al tesoro, esa lindeza de precio en que me han apreciado!» Tomé, pues, los treinta siclos de plata y los eché en la Casa de Yahveh, en el tesoro.
Y me dijo Jehová: Echalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro.
Y me dijo Jehová: Échalo al tesorero, ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesorero.